Porque nací a un kilómetro del río, no hay día de mi vida en que no me venga a la memoria alguna pequeña y breve escena fluvial: mi idea de felicidad comienza por el telón de fondo de una mañana soleada de verano y se prolonga en el lanzamiento de piedras planas sobre el agua (ocho, diez saltos antes de hundirse), las cascadas de los caneiros, las barcas y el remo desapareciendo en el agua profunda, salpicando frescor. Con o sin razón soy de río, tal como otra gente es de mar
Carlos Casanova
domingo, 11 de julio de 2010
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